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sábado, 4 de febrero de 2012

Jorge Cafrune: la extraña muerte de la esperanza


La madrugada del 31 de enero de 1978 encontró a Jorge Cafrune, el folclorista argentino al que todos apodaban como "El Turco", cabalgando hacia la ciudad de Yapeyú para homenajear al libertador de América, el General José de San Martín. Cafrune iba a caballo llevando entre sus pocas pertenencias tierra de Boulogne Sur Mer, lugar de Francia en el que falleció San Martín. Su idea era llevar esa tierra francesa hasta tierras natales del libertador, a modo de homenaje, en señal de respeto y sincera ofrenda. En una cabalgata casi religiosa y apenas empezada su larga travesía gauchesca, la madrugada llegó mientras Cafrune cruzaba una ruta a la altura de la localidad de Benavidez, provincia de Buenos Aires. Una camioneta conducida por un joven de entre 19 y 20 años,  luego identificado por vecinos del lugar, pasó raudamente, a toda velocidad, llevando consigo todo lo que encontraba a su paso, también a Jorge Cafrune y su caballo. El cantor quedó tendido varias horas sobre el asfalto, con sus costillas perforando inexorablemente sus pulmones, ante la mirada atónita e inconducente de los curiosos y testigos que nada hacían para que no se calle el cantor y no se apague su vida.

Cafrune falleció al día siguiente, un 1º de febrero de 1978 y con él se iba, de alguna manera, la esperanza. Esa era la palabra fatal: esperanza. Es que Cafrune había tenido la osadía de ser  intérprete de la famosa "Zamba de mi esperanza" y a pesar de las "recomendaciones" que le llegaban en esa época (1978, plena dictadura militar en Argentina) nunca había hecho caso y seguía "ofendiendo" con sus palabras que a muchos les resultaban hirientes... Esperanza... ¿cómo se atrevía a hablar de esperanza en esa época?

Alguna vez, desde las altas esferas de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), alguien habría dicho que Cafrune era más peligroso con la guitarra que un ejército entero con armas en sus manos... Esa era la palabra fatal.... esperanza. Una conjunción irreverente de letras que para algunos eran equiparables a las armas que ellos mismos empleaban a mansalva y con total impunidad.

La supuesta "sentencia de muerte" de Cafrune, sin embargo, habría sido firmada por el cantor un tiempo antes. Subió a la anterior edición del festival folclórico de Cosquín y empuño su guitarra para entonar una canción que no muchos en el poder querían escuchar en aquellos días de persecución y encarcelamiento injustificado en muchas oportunidades. Se trataba de la canción "Luna cautiva". Dice la leyenda que alguien, una noche en el centro clandestino de detención denominado "La Perla", en Buenos Aires, dictaminó que el hecho de cantar esa canción a pesar de la prohibición, habría significado que el cantor debía ser eliminado.
De todos modos, siempre se habló de la muerte de Cafrune como un simple accidente carretero...

Los años pasaron, la muerte de Cafrune ya no ocupa titulares en los periódicos, tampoco sale en los programas de televisión, pero el relinche de su caballo en medio de la noche y el silencio eterno de su voz y su guitarra retumban pidiendo verdad. Sólamente la verdad.