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domingo, 14 de abril de 2013

El Dalai Lama: amigo y aprendíz de los nazis

 
El Dalai Lama y su amigo y maestro Heinrich Harrer, oficial de las SA y las SS nazis.


Ciudad de Graz, Austria, 1933. Con la llegada de Adolf Hitler al poder y con la infernal y sanguinaria maquinaria nazi en marcha, no fueron pocos los que comenzaron a mostrar su verdadero rostro y hacer lo que creían debían hacer. Los postulantes a enrrolarse en las SA (Secciones de Asalto del Partido Nazi que se encargaban de mantener el orden en las movilizaciones del Partido Nacional Socialista y "aleccionar" a los adversarios) no eran precisamente pocos, como tampoco eran pocos los que (sin que nadie los obligara) comenzaron a expresar sus simpatías por el tirano dictador que comandaba el Tercer Reich. No sólo los alemanes, sino prácticamente toda Europa parecia darle la mano a Hitler y las numerosas solicitudes para ser parte de las SA y las SS eran una clara demostración de ese apoyo y ese mortal entusiasmo nacional socialista que se daba por entonces. Entre los miles de aspirantes a formar parte de las temibles SA estuvo un joven que en 1933 contaba con 21 años de edad y que como estudiante en la austríaca ciudad de Graz "no se pudo resistir" a la tentación de ser parte de la historia de aquella Alemania integrando las Secciones de Asalto. Su nombre era Heinrich Harrer.

Harrer era un experto en alpinismo y sus dotes, por supuesto, no se le escaparon a Hitler y su maquinaria propagandística. En 1938 pudo cumplir uno de sus sueños escalando la complicada cara norte del Monte Eiger (Suiza) para luego regresar orgulloso a Alemania y "ofrecer" su proeza al Führer. Heinrich Harrer y sus compañeros alpinistas se reuniron Hitler y tras la bienvenida del tirano Harrer le dijo emocionado: "Hemos escalado esa pared para llegar, a través de su cima, hasta nuestro Führer".


 
Heinrich Harrer (segundo desde la izquierda) junto a Hitler y sus compañeros alpinistas tras su hazaña en Suiza.


La adhesión a las ideas del partido Nacional Socialista de Harrer se reafirmaron en 1938 cuando tras la anexión de Austria al Tercer Reich, envió su solictud para formar parte de las temibles SS. De inmediato Harrer pudo entrar por la "puerta grande" al nazismo siendo uno de los integrantes de la expedición nazi al Tibet junto a otros representantes del Tercer Reich como Bruno Beger y Ernst Schäffer entre otros. La expedición nazi al Tibet organizada por la Ahnenerbe (una sociedad de supuesto estudios ancestrales arios creada por el mismísimo Heinrich Himmler, jefe supremo de las SS) realizó estudios con la población del lugar, recopilando mediciones y análisis de dudoso sustento científico. Beger unos pocos años después sería uno de los máximos responsables de las matanzas masivas en campos de concentración nazi para terminar siendo juzgado en Nuremberg en 1946. Aquellos "expertos" y "científicos" nazis hacían en el Tibet lo de siempre: experimentar con gente como si estuvieran ante ratas de laboratorio. En Lhasa, la ciudad prohibida del Tibet, Harrer pudo comenzar a dar pasos importantes en su vida.

Tenzin Gyatso, el Dalai Lama, en 1939.


Mientras tanto, en 1939, fue entronizado el XIV Dalai Lama, el líder espiritual del Tibet. Era apenas un niño de cuatro años de edad nacido el 6 de junio de 1935 en Amdo (al este del Tibet) bajo el nombre de Tenzin Gyatso, también conocido como Kundun (la Presencia). El Dalai Lama tenía por entonces una capacidad especial que lo colocó por sobre los otros monjes (de apenas 9 años de edad): Tenzin Gyatso podía recordar y comprender desde su primer contacto todos y cada uno de los textos esotéricos, con lo cual demostró prácticamente desde su nacimiento ser alguien superior al resto y eso lo terminó de impulsar para convertirse en el Dalai Lama.

Ese niño creció y en 1959, a sus 24 años de edad, tras la invasión China al Tibet huyó hacia la India en donde fundó un gobierno tibetano en el exilio. Los habitantes del Tibet no la pasaban nada bien hasta entonces (después de la llegada de los chinos tampoco). La sociedad tibetana estaba dividida en 9 clases. Los sirvientes y las mujeres eran la clase más baja y eran tratados poco menos que como basura, además de ser "considerados" tan sólo como "animales parlantes". Así era la sociedad que encabezaba esta moderna deidad tibetana encarnada en el Dalai Lama, considerado (po sus súbditos y por él mismo) como un ser superior y la mismísima reencarnación del anterior Dalai Lama. El poder del Dalai Lama era (y es) tremendo,  siendo el líder de una red que llegó a abarcar hasta unos 6.000 monasterios que no eran otra cosa más que el centro del poder político y económico del Tibet. Mientras el Dalai Lama vivía (vive) en la opulencia de palacios (algunos de los cuales han tenido hasta mil salas...) la población era reducida a la servidumbre y a una vida junto a los animales. Una paz muy extraña la de este líder que tiene visos de líder espiritual de la new age entremezclados con maneras y políticas propias de jerarcas dictatoriales de otros tiempos.  Ésto pudo ser lamentablemente atestiguado y comprobado por quienes han intentado salir del totalitario sistema impuesto por el actual Dalai Lama desde el principio: quienes osaban contradecir al "Dios tibetano" o intentaban huír en busca de una vida digna terminaban indefectiblemente con sus manos cortadas... Las maneras propias de estados feudales tibetanos se modificaron (no siempre para mejor) con la entrada de los chinos en el Tibet, hecho que sin embargo provocó el alivio de muchos habitantes de esa zona del mundo.


Manos cortadas a disidentes y víctimas despellejadas en el Tibet...


El Dalai Lama ha impuesto en el Tibet un férreo sistema opresivo y cerrado. Muchas cosas están vedadas para la "gente común". La rigidez en la sexualidad no impide sin embargo que se le diga a las aspirantes budistas femeninas que para "espiritualizarse" lo mejor sea acostarse en el mismo lecho con el Dalai Lama. El voto de silencio y la lealtad absoluta completan del mejor modo posible el plan perfecto y "divino" del lider tibetano.
Tuvo buenos maestros, claro...
A la "amistad" y a las "enseñanzas" de Harrer hay que agregarle lo aportado por Bruno Beger. Beger luego de los años oscuros de las expediciones nazis al Tibet, luego de las atrocidades de la Alemania nacional socialista y tras "zafar" de la justicia (tan particular) de los Aliados en la posguerra, volvió tantísimas veces al Tibet en caracter de amigo personal, maestro y socio (en muchas cosas) del Dalai Lama. No es posible olvidar fácilmente las imágenes de Beger "experimentando" con nativos del Tibet y tampoco es sencillo olvidar sus cálidos y reiterados encuentros con un Beger que nunca dejó de ser un espejo en donde siempre se quiso mirar.

Arriba: Dalai Lama y Bruno Beger en los '90 (izq.) - Bruno Beger "experimentando" en el Tibet (der.)
Abajo: Bruno Beger con el regente del Tibet Reting Rinpoche antes de la entronización del Dalai Lama (1938)


Desde que se descubrio el pasado de Heinrich Harrer y hasta su muerte en 2006, el explorador nazi desapareció totalmente de la vida pública. Sus encuentros con el "Dios" tibetano, sin embargo, se siguieron dando sistemáticamente y la gran proliferación de fotos así lo atestiguan. En 2002, cuando cumplió 90 años, Harrer había recibido nuevamente la visita del Dalai Lama. “Heinrich Harrer fue mi amigo personal”, escribió el monje. “Aprendí muchas cosas de él, particularmente acerca de Europa. Sentimos que hemos perdido un leal amigo de Occidente.
Mientras tnato Beger, seguía haciendo de las suyas a pesar de las lecciones de la historia y los años y así las cosas se profugaba ante las 86 acusaciones de crímenes raciales durante la Segunda Guerra Mundial que le imponía un tribunal alemán, pero eso no imepdía que se reuniera con el inocente y despreocupado Dalai Lama en el Tibet tantas veces como se les antojara a ambos...Beger murió finalmente en 2009 y su partida también fue lamentada por el "líder espiritual" tibetano.


Días felices junto a Heinrich Harrer.


Pero el Dalai Lama siempre se dio el dudoso gusto de provocar a media humanidad y a pesar de los comentarios de quienes le recordaban las nefastas atrocidades de sus amigos y socios nazis alemanes, insistió con reunirse con otros nazis en diferentes partes del mundo. Tal vez el ejemplo más contundente sea el del impresentable Miguel Serrano Fernández, el deplorable escritor, diplomático y explorador chileno, líder de los nazis de su país.

 El Dalai Lama y el líder nazi chileno Miguel Serrano.


El hombre convertido en deidad tibetana, el hombre que se sindica como un dios tibetano en la Tierra, supo muy bien cómo hacer una cosa y mostrarse ante el mundo de una manera diametralmente opuesta. "Haz lo que yo digo, pero no digas lo que yo hago" es una frase que lo pinta de cuerpo entero. Un cuerpo bien concreto, de carne y hueso, nada espirtual, mundano como pocos.