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domingo, 29 de enero de 2012

Henry Ford y su Gran Cruz del Águila Alemana: o la frágil memoria selectiva norteamericana

Foto: Karl Kapp (Consul general alemán en Cleveland); Henry Ford y Fritz Hailer (Cónsul de Alemania nazi en Detroit).

Estados Unidos siempre se ha caracterizado, desde el comienzo de su propia historia, por dominar. Sin vueltas. Sus maestros, los ingleses, le han enseñado muy bien y lo bien que han aprendido. Y para dominar no está nada mal, si es que el archivo no lo resiste, tratar de olvidar o simplemente optar por una frágil memoria selectiva como pocas. Los Estados Unidos, hoy devenidos el gran rector y dominador del nuevo "Orden mundial" han sido y son verdaderos campeones en estas lides de desviar la atención de los "seres inferiores" que no comparten muchas de sus acciones a lo largo de los años. Hoy en día y desde hace un largo tiempo, es común escuchar a mandatarios norteamericanos poner contra la espada y la pared a la humanidad afirmando que "o están con ellos o están en contra (en este caso,ahora , nombran al terrorismo)", frase acuñada tratando de olvidar algunos episodios que demuestran que han sido ellos mismos quienes no lo tenían tan claro.

Para comenzar a desandar este camino de "estar de un lado o estar del otro", bastará con recordar lo sucedido en Cleveland (Ohio, Estados Unidos) el 30 de julio de 1938. No pudo haber mejor regalo aquel día (el de su cumpleaños 75º) para Henry Ford, que la Gran Cruz del Aguila Alemana, enviada por el mismísimo Adolf Hitler y recibida de manos de Fritz Hailer, Cónsul de Alemania en Detroit. La extraña habilidad de los norteamericanos a la hora de hablar públicamente de la desgracia de ciertos regímenes y líderes de la historia y al mismo tiempo admirarlos y poder generar suculentos negocios con ellos, en su máxima expresión, o por lo menos, en una muy evidente.
La Gran Cruz del Aguila Alemana sólo se había colocado con anterioridad en el pecho de otros dos seres "elegidos": Benito Mussolini, el dictador fascista italiano, y su yerno, el Conde Ciano.

Cuando un año después Alemania invadió Polonia, dando inicio a la Segunda Guerra mundial, Henry Ford lanzó una de sus frases más urticantes: "No se ha disparado ni un sólo tiro. Todo ésto ha sido generado por los banqueros judíos". Hizo autos geniales, pero lejos estaba de ser un buen muchacho.