domingo, 28 de abril de 2013

Cae la noche: el Anschluss por Roberto Hubscher en primera persona

Roberto Hubscher comparte con Historias Lado B su relato en primera persona recordando los lejanos y oscuros días que derivaron en la anexión de Austria al Tercer Reich. El "Anchluss" dejó su huella de atropello y violencia descomunal, símbolos de la barbarie nazi. La gente de bien, los ciudadanos comunes sufrieron las consecuencias y muchas historias cambiaron para siempre. Ésta es una de esas historias.

Roberto Hubscher y Gerda. Austria, 1938.


Cae la noche.
En 1933, cuando yo nacía, los nazis, con Adolfo Hitler a la cabeza, tomaron el poder en Alemania y comenzaron la persecución de todo lo que no era "alemán" y "ario" según sus propios conceptos, incluyendo principalmente a los judíos. En Austria, en el mismo año, el canciller Dollfuss prohibió el partido nacionalsocialista y las milicias socialistas.
Al año siguiente se promulgó una nueva constitución, proclamando a Austria un estado "corporativo, autoritario, cristiano-alemán". A mediados de año Dollfuss fué asesinado en un golpe de estado por una conjura nazi destinada a unir a Austria con Alemania, unión que fracasó por la oposición de la Italia fascista en una puja de poder en el escenario europeo.
Pero los austríacos siempre se sintieron más alemanes que los mismos alemanes, al igual que ellos temían a los comunistas soviéticos y, en parte, tenían arraigados sentimientos xenófobos y antisemitas a pesar de siglos de tolerancia de los emperadores austro-húngaros.

Una visión siniestra.
Era una fría mañana del final del invierno, cuando un ruido inusual me despertó. Sordo pasos golpes rítmicos se oían llegar desde la calle. Me levanté, me acerqué a la ventana de mi pieza, que daba a la Obkirchergasse, y espié a través de las cerradas persianas de tablillas inclinadas de madera.
Alineados en filas que cubrían el ancho de la calle, marchaban. Cascos de acero verdes, chaquetas verdes, botas, cargando armas extrañas con caños exteriores perforados como una tela a lunares. Marchaban y continuaron marchando durante largo rato, soldados y mas soldados, en dirección a la Grinzinger Allee y al parque que yo frecuentaba. Yo estaba solo en mi pieza. Nadie me dijo nada y yo no creo haber preguntado nada. Para mi inocente mente de niño, esta marcha solo era una vista inusual, extraña, pero no implicaba ninguna sensación de temor o peligro. Era el 12 de Marzo de 1938: las fuerzas de la Alemania nazi habían entrado en Viena y ello, sin que yo pudiera intuirlo, marcaba un quiebre en mi destino y el de mi familia.

El brusco e inusitado fin de una amistad.

Al día siguiente, como era un hábito frecuente, fuimos con mi madre al parque y yo me dediqué a jugar en el arenero con mi amiga Gerda. En eso estábamos cuando oímos música de marcha, pasos acompasados y un entusiasmado griterío. Miramos y vimos una compañía de soldados alemanes, marchando solemnemente y con sus armas al hombro, por la avenida que bordeaba el parque. Atraídos por el bullicio y el espectáculo, corrimos de la mano hasta el borde del parque, donde se había reunido un considerable grupo de gente que, levantando el brazo derecho en el saludo nazi, gritaba "Heil Hitler!" vitoreando a las fuerzas que pasaban. Mi amiga Gerda se alineó con los demás y, a cual más entusiasta gritaba con ellos. En mi inocencia, me uní al coro, saludando y gritando al unísono con mi amiguita y todos los demás. Cuando es eso estaba, repentinamente apareció mi madre y, sin proferir palabra, me tomó de la mano, me alejó de allí y me llevó a casa. Esa fué la última vez que ví a Gerda y nunca más supe nada de ella.

Se aprueba la anexión de Austria al Tercer Reich.


Adiós Austria, viva la Marca del Este!
El 11 de Mayo de 1938 las tropas alemanas terminaron de ocupar toda Austria y, mediante un plebiscito, se confirmó la anexión, transformando la República de Austria en la Marca del Este del Reich alemán, que iba a durar 1000 años.
Los acontecimientos ocurrieron en rápida sucesión, aunque yo no fuí plenamente conciente de ellos. Sin embargo, algunos documentos  y  cartas de mis padres a mis abuelas en Austria y Polonia complementaron los pocos recuerdos propios de esta etapa.
Una de las consecuencias casi inmediatas afectó la situación laboral de mi padre y supongo que también a la de mi abuela.
   
Incautación.
Los dueños de la empresa donde trabajaba mi padre eran judíos. Según me contaron, un buen día apareció en la oficina del directorio un señor muy marcial y elegante, con un botón con la cruz esvástica en el ojal del saco, y saludó diciendo: "Señor Director General, su empresa ha sido expropiada. Puede quedarse aquí si lo desea, pero de ahora en adelante las decisiones las tomaré yo". Por supuesto, el director y propietario, Ludwig Klausner, no se quedó. Fué encarcelado pero, afortunadamente, consiguió liberarse, probablemente por el pago de una considerable suma de dinero, y, al poco tiempo, emigrar a Suiza, para luego viajar a Londres.
Mi padre recibió en su oficina una notificación, que ha llegado a mis manos:
"Del-Ka Industria del Calzado SAIC"
"Sr. Procurador José Hübscher"
"En esta casa".
"26.4.1938"
"Por la presente rescindimos la relación laboral existente entre nosotros a partir del próximo plazo mínimo prescripto por ley, o sea a partir del 31 de Julio de 1938.
Con nuestra mayor consideración
Del-Ka Industria de Calzado
(firmado con sello) Starke" .
La carta de recomendación extendida por la empresa da idea de la importancia de la posición de mi padre y de la holgada posición y seguridad futura que los nazis nos robaron a mis padres y a mi.
"Del-Ka Industria de Calzado SAIC. Dirección General, Viena VI, Mariahilferstrasse 47.
"Constancia por la que se certifica que el Sr. José Hübscher ha entrado a nuestro "servicio el 1. de Abril de 1927 y estuvo activo en nuestro establecimiento hasta el 30 de "Junio de 1938. El citado Sr. estuvo a cargo de la organización y control comercial, "financiero y administrativo de la central en Viena, los locales de venta en Viena y nuestras "sucursales en la provincia, así como de todas nuestras afiliadas extranjeras.
"El Sr. Hübscher ha realizado las tareas a el encomendadas a extraordinaria satisfacción "aún en situaciones ocasionalmente muy dificultosas, gracias a sus especiales condiciones "de organización, sus ricos conocimientos en el campo de nuevos métodos de cálculo, "supervisión empresaria y contabilidad financiera. En el trato con proveedores y clientes se "ha mostrado competente y confiable. Especialmente destacable es que es digno de la "mayor confianza. Podemos recomendar calurosamente al Sr.Hübscher para el desempeño de cualquiera de "las tareas enumeradas y le deseamos buenos éxitos para su trayectoria futura."
Cabe preguntarse si el último párrafo fue realmente sincero o si se trataba de un sarcasmo, teniendo en cuenta que en esos días era inadmisible que un judío pudiera obtener un puesto semejante en los países germano-parlantes.


Las tropas alemanas ingresan en Austria. 1938.


Un judío no es un ciudadano digno; que se vaya.   
Aunque mi padre estaba aún en edad de ser reclutado, dado que, por suerte, era "indigno" que un judío sirviera en las fuerzas armadas del Reich, fue eximido del servicio, quedando libre (?) para emigrar, según reza un certificado que también ha llegado a mi poder.

"Comando del distrito militar de Viena, 10 de Agosto de 1938
"A José Hübscher, nacido el 4.2.1900 en Zalszczyki, domiciliado en Viena XIX, "Obkirchergasee 42, se le certifica que, de acuerdo a los documentos presentados, es judío "completo y, de acuerdo al WG#15, no puede prestar servicio militar. Por parte del "Comando Militar no hay objeciones para su emigración."
   
Preparativos para la partida.
Sin demora, mis padres comenzaron los preparativos para abandonar Austria. En esa temprana época todavía era posible llevarse muebles, utensilios y ropa, por lo que se preparó todo lo posible para embalarlo. En esa época, en que los contenedores aún no se habían inventado, se estibó todo lo posible en un gran cajón cúbico de unos 3 o 4 metros de lado, que luego, al conocer nuestro destino definitivo, se despachó por una compañía transportadora.
Como solo estaba permitido llevar 20 DM ( unos 8 dólares ) en efectivo, mi padre pagó todos los pasajes y transportes antes de salir. Como todavía quedaba algo de dinero, decidió comprar algunas cosas de valor que pudiera llevar y que fueran medianamente convertibles en caso necesario.
Así fue que una tarde salí con mi mamá al centro, a una platería cuyo dueño era el cuñado de un tío de mi papá. Era un negocio relativamente pequeño, con las vidrieras y estanterías forradas con terciopelo rojo y llenos de los mas variados artículos de reluciente plata. Los nazis aún no habían pasado por allí: de lo contrario mis parientes ya no habrían estado en el negocio. Compramos un juego completo de cubiertos de plata y tres importantes candelabros, uno de ellos para tres velas montado en un pedestal cuadrado con una efigie de león en cada cara. Estos candelabros aún suelen adornar mi mesa en los días de fiesta.

 Casa natal de Roberto Hubscher en Viena. 2009. Arriba izq.: Roberto Hubscher (Abril 2013)


Hacia dónde?
Mi padre con una clara visión del futuro, trataba de acelerar lo mas posible nuestra partida. Si bien teníamos ya muchos parientes en Estados Unidos, en ese momento la emigración hacia ese país ya era muy dificultosa. Recuérdese la odisea del barco de refugiados judíos que partió de Hamburgo y que, después de recorrer puertos de varios países, incluyendo el de Nueva York, tuvo que regresar pues nadie autorizó el desembarco de los refugiados judíos. Cuando volvieron fueron despachados a campos de concentración en Alemania y Polonia.
Para obtener una visa de ingreso a EE.UU. había que obtener un "afidávit" (garantía) que debía ofrecer un residente norteamericano con holgada situación económica, lo que no era el caso de nuestros parientes, que trataban de conseguir amigos que se prestaran a ayudar a sus familiares a huir de la persecución racial.
Por ello, mi padre trató desde el principio de obtener visas para la Argentina por medio de una "llamada", ya que aquí ya residía hacía 10 años mi tío Adolfo. Pero en esa época había muchos filo-nazis en el gobierno argentino y era muy difícil obtener un permiso de emigración a la Argentina. Finalmente, después de una angustiosa espera, el 5 de Septiembre de 1938 obtuvimos las visas para mis padres y para mí, las últimas que emitió el consulado argentino en Viena. Mi abuela materna no pudo ser de la partida. Según escribe mi abuela Ietty en una carta de Mayo de 1939 desde Polonia, recordaba que mi padre había pagado desinteresadamente los gastos del viaje de mi tío Adolfo a Argentina en 1927 y que, gracias a eso, ahora podía retribuirnos en la situación de gran necesidad, salvándonos del exterminio. Escribe mi abuela: "Bendito sea Dios que he educado hijos que pueden vivir tan bien entre personas que ayudan a mis hijos; el Todopoderoso los recompense. (...) Bendito es el Gran Dios, que Adolfo consiguió sacarte a tiempo, eso es como escapar de la muerte."
Dos días más tarde, el 7 de Septiembre, llegábamos por ferrocarril a Trieste (puerto de Italia más cercano a Viena) y al día siguiente embarcábamos en la motonave Oceanía.
Cuando ya estábamos a bordo, llegó un telegrama de mi abuela informándonos que el consulado suizo nos había otorgado una visa de tránsito por 10 días, pensada para eventualmente seguir a Inglaterra, ruta que habían seguido muchos fugitivos judíos.
Pero la suerte ya estaba echada: para bien o para mal, nuestro destino sería la Argentina.

Roberto Hubscher
Exclusivo para Historias Lado B.

Datos biográficos de Roberto Hubscher:
Roberto Hübscher nació en Viena, Austria, el 13 de Abril de 1933. Su familia era originaria de la Galitzia del antiguo imperio austro-húngaro, que luego fue polaca y hoy forma parte de Ucrania. Insólitamente, sus ancestros paternos parecen haber llegado de España.
Reside en Buenos Aires, Argentina, desde 1938. Hizo aquí sus estudios y ejerció su profesión de Lic. en Química hasta, finalmente, retirarse en el año 2006. Actualmente trabaja en el armado del archivo histórico del Colegio Pestalozzi de Buenos Aires.

domingo, 14 de abril de 2013

El Dalai Lama: amigo y aprendíz de los nazis

 
El Dalai Lama y su amigo y maestro Heinrich Harrer, oficial de las SA y las SS nazis.


Ciudad de Graz, Austria, 1933. Con la llegada de Adolf Hitler al poder y con la infernal y sanguinaria maquinaria nazi en marcha, no fueron pocos los que comenzaron a mostrar su verdadero rostro y hacer lo que creían debían hacer. Los postulantes a enrrolarse en las SA (Secciones de Asalto del Partido Nazi que se encargaban de mantener el orden en las movilizaciones del Partido Nacional Socialista y "aleccionar" a los adversarios) no eran precisamente pocos, como tampoco eran pocos los que (sin que nadie los obligara) comenzaron a expresar sus simpatías por el tirano dictador que comandaba el Tercer Reich. No sólo los alemanes, sino prácticamente toda Europa parecia darle la mano a Hitler y las numerosas solicitudes para ser parte de las SA y las SS eran una clara demostración de ese apoyo y ese mortal entusiasmo nacional socialista que se daba por entonces. Entre los miles de aspirantes a formar parte de las temibles SA estuvo un joven que en 1933 contaba con 21 años de edad y que como estudiante en la austríaca ciudad de Graz "no se pudo resistir" a la tentación de ser parte de la historia de aquella Alemania integrando las Secciones de Asalto. Su nombre era Heinrich Harrer.

Harrer era un experto en alpinismo y sus dotes, por supuesto, no se le escaparon a Hitler y su maquinaria propagandística. En 1938 pudo cumplir uno de sus sueños escalando la complicada cara norte del Monte Eiger (Suiza) para luego regresar orgulloso a Alemania y "ofrecer" su proeza al Führer. Heinrich Harrer y sus compañeros alpinistas se reuniron Hitler y tras la bienvenida del tirano Harrer le dijo emocionado: "Hemos escalado esa pared para llegar, a través de su cima, hasta nuestro Führer".


 
Heinrich Harrer (segundo desde la izquierda) junto a Hitler y sus compañeros alpinistas tras su hazaña en Suiza.


La adhesión a las ideas del partido Nacional Socialista de Harrer se reafirmaron en 1938 cuando tras la anexión de Austria al Tercer Reich, envió su solictud para formar parte de las temibles SS. De inmediato Harrer pudo entrar por la "puerta grande" al nazismo siendo uno de los integrantes de la expedición nazi al Tibet junto a otros representantes del Tercer Reich como Bruno Beger y Ernst Schäffer entre otros. La expedición nazi al Tibet organizada por la Ahnenerbe (una sociedad de supuesto estudios ancestrales arios creada por el mismísimo Heinrich Himmler, jefe supremo de las SS) realizó estudios con la población del lugar, recopilando mediciones y análisis de dudoso sustento científico. Beger unos pocos años después sería uno de los máximos responsables de las matanzas masivas en campos de concentración nazi para terminar siendo juzgado en Nuremberg en 1946. Aquellos "expertos" y "científicos" nazis hacían en el Tibet lo de siempre: experimentar con gente como si estuvieran ante ratas de laboratorio. En Lhasa, la ciudad prohibida del Tibet, Harrer pudo comenzar a dar pasos importantes en su vida.

Tenzin Gyatso, el Dalai Lama, en 1939.


Mientras tanto, en 1939, fue entronizado el XIV Dalai Lama, el líder espiritual del Tibet. Era apenas un niño de cuatro años de edad nacido el 6 de junio de 1935 en Amdo (al este del Tibet) bajo el nombre de Tenzin Gyatso, también conocido como Kundun (la Presencia). El Dalai Lama tenía por entonces una capacidad especial que lo colocó por sobre los otros monjes (de apenas 9 años de edad): Tenzin Gyatso podía recordar y comprender desde su primer contacto todos y cada uno de los textos esotéricos, con lo cual demostró prácticamente desde su nacimiento ser alguien superior al resto y eso lo terminó de impulsar para convertirse en el Dalai Lama.

Ese niño creció y en 1959, a sus 24 años de edad, tras la invasión China al Tibet huyó hacia la India en donde fundó un gobierno tibetano en el exilio. Los habitantes del Tibet no la pasaban nada bien hasta entonces (después de la llegada de los chinos tampoco). La sociedad tibetana estaba dividida en 9 clases. Los sirvientes y las mujeres eran la clase más baja y eran tratados poco menos que como basura, además de ser "considerados" tan sólo como "animales parlantes". Así era la sociedad que encabezaba esta moderna deidad tibetana encarnada en el Dalai Lama, considerado (po sus súbditos y por él mismo) como un ser superior y la mismísima reencarnación del anterior Dalai Lama. El poder del Dalai Lama era (y es) tremendo,  siendo el líder de una red que llegó a abarcar hasta unos 6.000 monasterios que no eran otra cosa más que el centro del poder político y económico del Tibet. Mientras el Dalai Lama vivía (vive) en la opulencia de palacios (algunos de los cuales han tenido hasta mil salas...) la población era reducida a la servidumbre y a una vida junto a los animales. Una paz muy extraña la de este líder que tiene visos de líder espiritual de la new age entremezclados con maneras y políticas propias de jerarcas dictatoriales de otros tiempos.  Ésto pudo ser lamentablemente atestiguado y comprobado por quienes han intentado salir del totalitario sistema impuesto por el actual Dalai Lama desde el principio: quienes osaban contradecir al "Dios tibetano" o intentaban huír en busca de una vida digna terminaban indefectiblemente con sus manos cortadas... Las maneras propias de estados feudales tibetanos se modificaron (no siempre para mejor) con la entrada de los chinos en el Tibet, hecho que sin embargo provocó el alivio de muchos habitantes de esa zona del mundo.


Manos cortadas a disidentes y víctimas despellejadas en el Tibet...


El Dalai Lama ha impuesto en el Tibet un férreo sistema opresivo y cerrado. Muchas cosas están vedadas para la "gente común". La rigidez en la sexualidad no impide sin embargo que se le diga a las aspirantes budistas femeninas que para "espiritualizarse" lo mejor sea acostarse en el mismo lecho con el Dalai Lama. El voto de silencio y la lealtad absoluta completan del mejor modo posible el plan perfecto y "divino" del lider tibetano.
Tuvo buenos maestros, claro...
A la "amistad" y a las "enseñanzas" de Harrer hay que agregarle lo aportado por Bruno Beger. Beger luego de los años oscuros de las expediciones nazis al Tibet, luego de las atrocidades de la Alemania nacional socialista y tras "zafar" de la justicia (tan particular) de los Aliados en la posguerra, volvió tantísimas veces al Tibet en caracter de amigo personal, maestro y socio (en muchas cosas) del Dalai Lama. No es posible olvidar fácilmente las imágenes de Beger "experimentando" con nativos del Tibet y tampoco es sencillo olvidar sus cálidos y reiterados encuentros con un Beger que nunca dejó de ser un espejo en donde siempre se quiso mirar.

Arriba: Dalai Lama y Bruno Beger en los '90 (izq.) - Bruno Beger "experimentando" en el Tibet (der.)
Abajo: Bruno Beger con el regente del Tibet Reting Rinpoche antes de la entronización del Dalai Lama (1938)


Desde que se descubrio el pasado de Heinrich Harrer y hasta su muerte en 2006, el explorador nazi desapareció totalmente de la vida pública. Sus encuentros con el "Dios" tibetano, sin embargo, se siguieron dando sistemáticamente y la gran proliferación de fotos así lo atestiguan. En 2002, cuando cumplió 90 años, Harrer había recibido nuevamente la visita del Dalai Lama. “Heinrich Harrer fue mi amigo personal”, escribió el monje. “Aprendí muchas cosas de él, particularmente acerca de Europa. Sentimos que hemos perdido un leal amigo de Occidente.
Mientras tnato Beger, seguía haciendo de las suyas a pesar de las lecciones de la historia y los años y así las cosas se profugaba ante las 86 acusaciones de crímenes raciales durante la Segunda Guerra Mundial que le imponía un tribunal alemán, pero eso no imepdía que se reuniera con el inocente y despreocupado Dalai Lama en el Tibet tantas veces como se les antojara a ambos...Beger murió finalmente en 2009 y su partida también fue lamentada por el "líder espiritual" tibetano.


Días felices junto a Heinrich Harrer.


Pero el Dalai Lama siempre se dio el dudoso gusto de provocar a media humanidad y a pesar de los comentarios de quienes le recordaban las nefastas atrocidades de sus amigos y socios nazis alemanes, insistió con reunirse con otros nazis en diferentes partes del mundo. Tal vez el ejemplo más contundente sea el del impresentable Miguel Serrano Fernández, el deplorable escritor, diplomático y explorador chileno, líder de los nazis de su país.

 El Dalai Lama y el líder nazi chileno Miguel Serrano.


El hombre convertido en deidad tibetana, el hombre que se sindica como un dios tibetano en la Tierra, supo muy bien cómo hacer una cosa y mostrarse ante el mundo de una manera diametralmente opuesta. "Haz lo que yo digo, pero no digas lo que yo hago" es una frase que lo pinta de cuerpo entero. Un cuerpo bien concreto, de carne y hueso, nada espirtual, mundano como pocos.

lunes, 8 de abril de 2013

La muerte de Margaret Thatcher: Que Dios la perdone, nosotros no sabemos hacerlo...

Murió Margaret Thatcher.
En memoria de los soldados argentinos que lucharon y murieron en la guerra de las Islas Malvinas, que Dios se apiade de una criminal de guerra, que Dios la perdone. Nosotros no sabemos hacerlo...



miércoles, 3 de abril de 2013

El desinterés del Papa Juan Pablo II y el asesinato de Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de El Salvador

 Encuentro entre el Papa Juan Pablo II y Oscar Arnulfo Romero en Plaza de San Pedro.


En algún momento de 1979 Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de El Salvador, creyó que su oportunidad de cambiar las cosas y detener los sangrientos sucesos que se venían dando en su país podrían llegar a encontrar un muy importante interlocutor. Su viaje a Roma durante la primavera europea lo hacía ilusionar y mientras se acercaba a destino imaginaba que la dictadura salvadoreña encontraría rápidamente su final ante tanta insistencia y tanta prédica de su parte. Tal vez estando allí, en Roma, frente a frente con el Papa sus intentos de hacer ver las atrocidades de la dictadura de su país cobraran fuerza y lograra su cometido.
Había solicitado decenas de entrevistas con el Papa Juan Pablo II. Había rogado por ser atendido y siempre encontraba una respuesta negativa, por varios diferentes motivos. Su Santidad no tenía el tiempo suficiente como para atender en audiencia privada a ese salvadoreño revolucionario y justiciero venido desde los mismísimos confines del mundo.

Pero Oscar Arnulfo Romero no era precisamente sencillo de doblegar y así las cosas optó por esperar al Papa Juan Pablo II en las afueras del Vaticano, precisamente en la Plaza de San Pedro, mezclado entre los fieles, entre la gente común... como lo hacía todos y cada uno de los días de su vida. Finalmente el “encuentro” se produjo en la explanada de la plaza romana.
Romero le quitó unos segundos al Papa para pedirle no sólo su bendición sino también para entregarle unos larguísimos informes sobre el accionar de la dictadura salvadoreña y las masacres que se llevaban a cabo diariamente. Las atrocidades del general Carlos Humberto Romero Mena al frente del gobierno de facto en El Salvador contaban, claro está, con el apoyo inconmensurable de los Estados Unidos y otras potencias (incluído el Vaticano) en su “incansable” lucha contra la izquierda y el comunismo en toda América Latina. El Plan Cóndor extendía sus alas de “extraña y tan particular libertad” para silenciar en definitiva a gente como Oscar Arnulfo Romero...

Durante su fugaz encuentro con el Papa en la Plaza de San Pedro, Romero recibió una santísima bofetada de parte de Juan Pablo II.
-“No me traiga esos larguísimos informes. No tengo tiempo para leer tanta cosa...”- disparó impunemente el Papa.
En los pocos, escasos minutos con los que contaba Romero frente al Papa debió ser muy preciso y concreto...
-”Miles de salvadoreños son torturados y asesinados por el poder militar” -le comentó a las apuradas Romero a Juan Pablo II.
Lejos de obtener una respuesta favorable, lejos de sentir el apoyo incondicional de parte de la máxima autoridad de la Iglesia, Romero recibió una puñalada papal (in)“tranquilizadora”.
-”No exagere señor Arzobispo. ¡Ustedes deben entenderse con el gobierno! Un buen cristiano no le crea problemas a la autoridad...La Iglesia quiere paz y armonía” -fueron las lapidarias palabras del Papa al tiempo que le estrechaba la mano sin dibujar en su rostro aquella sonrisa tan carismática y paternal habitual en él...

 Asesinato de Oscar Arnulfo Romero.


El Papa Juan Pablo II siguió con su recorrida por la plaza de San Pedro y luego sus viajes lo llevaron a tantísimas partes del mundo divulgando su “mensaje fraterno y lleno de amor”, pero Romero regresó humildemente a la ciudad de San Salvador para seguir con sus “molestas homilías” contra la dictadura militar de su país. Diez meses después de su “políticamente incorrecto” encuentro con el Papa, la historia de este sacerdote de los pobres y los indefensos cambiaría radicalmente.
El 23 de marzo de 1980, en una de sus memorables homilías solidarias con las víctimas de la represión, lanzaba un contundente mensaje a quien quiera escucharlo. Decía Romero:
Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles... Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión”.

Asesinato de Oscar Arnulfo Romero.
 

Al día siguiente, mientras Romero daba misa en la capilla del Hospital de la Divina Providencia en la Colonia Miramonte de San Salvador, un francotirador efectuaba un certero disparo al corazón del religioso, apagando su vida y silenciando las voces de miles y miles de indefensos ciudadanos salvadoreños que veían en Oscar Arnulfo Romero a una verdadera oposición pacífica a la violencia irracional del gobierno militar.

El 12 de mayo de 1994 la Arquidiócesis de San Salvador envió al Vaticano la solicitud para comenzar con el proceso de canonización (hacerlo Santo) y el proceso en la Santa Sede se extendió hasta 1995 cuando el expediente fue remitido a la Congregación para la Causa de los Santos. Tras un “largo análisis” en el año 2000 la causa se derivó a la Congregación para la Doctrina de la Fe (léase: la Inquisición actual) por entonces encabezada por el cardenal alemán Joseph Ratzinger (a partir de 2005, el Papa Benedicto XVI). Ratzinger, un teólogo muy avesado y competente, estudió los discursos y las homilías de Romero tras lo cual en 2005, monseñor Vicenzo Paglia (postulador de la causa de canonización) leyó públicamente el “concienzudo” análisis llevado a cabo en el Vaticano tras tantos años... “Romero no era un obispo revolucionario, sino un hombre de la Iglesia, del Evangelio y de los pobres”... (nada más que agregar: de 1994 a 2005 para ésto).El proceso de canonización aún sigue adelante sin grandes novedades ni justicia a la vista.

El Papa Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005 y casi sin respiro el proceso para su beatificación comenzó el 13 de mayo del mismo año. Joseph Ratzinger, ya como Papa Benedicto XVI, concedió autorización para “pasar por alto” los cincos años de espera necesarios para comenzar con el proceso de beatificación y el 2 de abril de 2007 (a dos años exactos de su muerte) Juan Pablo II fue finalmente beatificado. En la actualidad el proceso de canonización está en su etapa final, siendo inminente su elevación a los altares...

A buen entendedor, pocas palabras.