lunes, 30 de abril de 2012

Prescott Bush, el gran socio norteamericano de Adolf Hitler

Prescott Bush

Mientras la segunda guerra mundial cobraba fuerza y producía muerte y devastación, no eran pocos los que sacaban provecho de uno de los peores conflictos armados de la historia. Prescott Bush era uno de esos personajes que, desde las sombras y tras una fachada de legalidad, se dedicaba a hacer negocios siniestros incluso con... el "máximo enemigo" (bien marcadas esas comillas) de los Estados Unidos.
Este hombre, padre de George Bush y abuelo de George W. Bush (ambos presidentes del país del norte) era uno de los grandes aportantes a la causa de Adolf Hitler. Es que a medida que las necesidades de la Luftwaffe (la fuerza aérea alemana) se iban incrementando, Prescott Bush se encargaba de hacer que la cosa fuera más sencilla para el Führer alemán.
Bush pertenecía a una poderosa empresa petrolera que no vio ningún inconveniente para suministrar todo el combustible necesario para que los aviones alemanes surcaran los cielos llevando su lluvia de fuego y muerte sin igual. El gobierno norteamericano tras hacer "la vista gorda" durante largo rato, finalmente actuó su mejor jugada y sancionó económicamente a Prescott Bush por haber violado la "Trading with Enemy Act" (Acta de Comercio con el Enemigo), cosa que no afectó en absoluto los planes de Bush de seguir suministrando combustible salido de su compañía petrolera en Texas a la aviación nazi que devastaba por entonces prácticamente a medio continente europeo.

Prescott Bush se había visto con el camino allanado para hacer de las suyas ya desde 1926, cuando se colocó al frente de la Union Banking Corporation (UBC), al tiempo que (también desde ese mismo año) era nombrado vicepresidente del poderoso grupo económico Brown Brothers Harriman. Su presencia clave y estratégica permitía que el grupo hiciera además las maniobras necesarias para el envío de enormes sumas de dinero hacia un lado y otro del Océano Atlántico. El dinero viajaba desde Estados Unidos hacia la Alemania nazi para que nada faltara allí y que todo lo necesario para sacar a relucir la infernal máquina de guerra estuviera en su lugar, y también el dinero llegaba al país de la libertad proveniente de Alemania, triangulando previamente con los Países Bajos (no vaya a ser que la cosa fuera tan evidente). Todos contentos: los nazis con Hitler a la cabeza porque nada les faltaba de esa manera y Bush y sus socios... porque a ellos tampoco nada les faltaba.
Claro que Prescott Bush no estaba solo en su afan de ayudar denodadamente a Hitler: también lo acompañaban en la noble tarea la Standard Oil y el Chase Bank de la familia Rockefeller...
Al fin y al cabo, los enemigos no eran tan enemigos... eran socios.

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